número uno | pa(i)sajes | selección de imágenes: ferdinand jacquemort
El anime siempre se ha encontrado en una disyuntiva muy particular. La industria de animación japonesa es considerada un estilo en sí misma – pese a que se compone de una infinita variedad de estilos muy diversos – pero además su carácter diferenciador la ha situado como un género, compendio de un gran número de subgéneros. Si ya la animación occidental parece relegada a cierto ostracismo, en el caso del anime es, a nivel de crítica, algo fantasmal. Pese al elevado nivel de producción del mismo, los nombres que encuentran el beneplácito de la relevancia son anecdóticos. De alguna forma, podríamos catalogar Paprika, detective de los sueños (Papurika, 2006) como un suceso paranormal, y a su responsable, el recientemente fallecido Satoshi Kon, como un autor indispensable.
Como una costumbre entre los directores de anime, los orígenes de Kon vienen marcados por su labor como mangaka, labor que desempeña tomando como principal influencia el manga Pesadillas (Dōmu, 1981 – 1983), obra de Katsuhiro Otomo donde se encuentra la semilla como autor de Kon: al interés de Otomo por la representación de espacios urbanos como paisajes psicológicos o la imagen de los jóvenes como víctimas y agresores al mismo tiempo, se le unía en esta ocasión un siniestro personaje erigido como centro de una historia coral. Kon hereda de aquí un gusto por el trazo hiperrealista y el retrato de ambientes creíbles pero también el uso de personajes fantasmagóricos como catalizadores de una amplia muestra psicológica que, de un modo u otro, se materializa en el plano físico.
Aquí tenéis un nuevo adelanto de Pa(i)sajes, esta vez centrado en la figura del desaparecido Satoshi Kon, uno de los realizadores fundamentales del anime. En él, Henrique Lage desgrana la difícil convivencia de unos personajes confundidos entre la realidad y la ficción, con sus identidades al borde de la fractura y el malestar de la sociedad contemporánea como paisaje de fondo.
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